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El auditorio Fray Andrés de San Nicolás abrió sus puertas para los estudiantes, administrativos y profesores que se dieron cita en el marco del 3er Encuentro Internacional de Humanidades en la Academia. En esta oportunidad el evento giró en torno a un tema que viene tomando cada vez más fuerza en las conversaciones cotidianas y en el ámbito de la salud mental: la dependencia emocional; y no es para menos, pues este patrón psicológico se ha convertido en una causa de consulta frecuente. 

 

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Contamos con la participación de tres expertos que desde sus distintas ramas nos hablaron sobre los signos de alarma, algunas de las causas más frecuentes de esta vinculación afectiva y nos dieron consejos para saber identificarla. 

La jornada inició con la intervención de Mercedes Abreo, magíster en Psicología Clínica y de Familia de la Universidad Santo Tomás y magíster en Filosofía de la Universidad Javeriana, quien desde su experticia se enfocó en la influencia que tiene el contexto familiar en los niños y jóvenes que empiezan a presentar tendencias de dependencia emocional y que con el paso del tiempo se hacen más fuertes. 

 

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Según la doctora Abreo, los niños y jóvenes de la ‘generación de cristal’ —término que fue asignado por la filósofa española Monserrat Nebrera para denominar a los nacidos después del año 2000— vienen experimentando una sobreprotección de sus padres, pues los adultos viven con un frecuente temor de que sus hijos vivan situaciones que consideran “agresivas” y que ellos vivieron en su infancia, lo cual los impulsa a sobreprotegerlos, a tal punto de llevarlos en muchas ocasiones a que tengan un estilo de vida en el que pueden obtener todo lo que quieren sin mayor esfuerzo. 

Para ella “la emocionalidad de estos niños y jóvenes es muy sensible, porque se les ha inculcado la evasión del sufrimiento, la baja tolerancia al fracaso y una alta vulnerabilidad al rechazo y a la crítica”. 

Según José André Bejarano, psicólogo y coordinador de Prevención y Salud Integral de la Uniagustiniana, la dependencia emocional es un patrón de demandas afectivas insatisfechas, en las que se orienta al otro como nuestra fuente de satisfacción y seguridad emocional, esto desencadena una incapacidad para romper ataduras, un amor condicionado en dar y recibir y una necesidad imperiosa del otro para sentirnos bien. 

 

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Por su parte, Sandra Maldonado, directora de Espiritualidad Uniagustiniana compartió con los asistentes la importancia de cultivar la fortaleza emocional desde la interioridad, “popularmente se cree que la espiritualidad es confesionalidad, es decir que se refiere exclusivamente a la religión que cada quién decide o no profesar, pero es un error, pues nuestra espiritualidad debe estar basada en el autoconocimiento y la autorreflexión”, resaltó. 

 

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Los invitados coincidieron en que es fundamental incentivar en los niños y jóvenes la autoestima desde el conocimiento de sí mismos, validando sus emociones, dándoles la oportunidad de que entiendan que sus sentimientos son importantes y que expresarlos es parte fundamental de su desarrollo emocional, pues es a través de la conexión con nosotros mismos que podemos adquirir las herramientas necesarias para conectarnos con los demás. 
 

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