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A través de su discurso narró su trayectoria como periodista y el proceso por el que ha pasado para obtener reconocimientos.

 

“Ya pasarán ustedes unos años en la academia, en donde verán todo tipo de asignaturas que les darán las herramientas necesarias para ser buenos periodistas. Conocerán diversas teorías, verán la forma de redactar una noticia, la acertada manera de desarrollar una entrevista, la facilidad y las bondades literarias que ofrece una crónica y el arduo trabajo investigativo de un reportaje. En conclusión, verán lo hermoso que son los géneros periodísticos y su relación al momento de transformar la materia prima en un producto con ciertas cualidades para radio, prensa o televisión”, así dio apertura Álvaro Aldana a la charla guiada específicamente para los estudiantes de Comunicación Social.

Periodista egresado de la Universidad de Pamplona, ubicada en Cúcuta, Norte de Santander. Álvaro Aldana, es un profesional lleno de reconocimientos y experiencia en medios de comunicación, en la que se destaca el haber sido presentador de RT (Russian Today), reportero noctámbulo y presentador del magazín ‘El Primer Café’ de Canal Capital, en la administración del exalcalde Luis Eduardo Garzón. Actualmente trabaja como presentador en CityTv, en las emisiones del fin de semana y como docente en la Facultad de Comunicación Social de la universidad La Sabana.

A través de su discurso titulado: “Periodismo: pasiones, preocupaciones y realidad’, narró su trayectoria como periodista. Desde sus inicios y todo el proceso por el que ha pasado, obteniendo un alto reconocimiento. Así mismo, enfrentando las situaciones difíciles que en un momento lo llevaron a reconsiderar si el periodismo o la comunicación organizacional eran las disciplinas en las que quería desempeñarse y se quedó con el periodismo; más otras incógnitas como la censura, los sobornos y problemas ajenos a su profesión que hicieron más difícil su ascenso.

 

Sobre la corrupción

En su discurso habló sobre el problema de la corrupción y nos exhortó a mantenernos siempre en la línea de la honestidad. “La corrupción ha permeado en tantas esferas de lo público, que a diario vemos en periódicos, noticieros, y escuchamos en radio cómo uno u otro funcionario cae ante la tentación para fallar en favor de alguien, dar un visto bueno a un proyecto irregular o simplemente robar recursos de la salud, la educación y la alimentación de niños y abuelos”, expresó, agregando que la corrupción ha llegado incluso al escenario periodístico.

“Ustedes, jóvenes, verán en algún momento de su profesión, cómo políticos y empresarios quieren pagar una cuota financiera a su trabajo. Algunos, y sin descaro, les ofrecerán tiquetes aéreos, contratos y hasta recursos. Ante eso, no se dejen tentar. No caigan en esa trampa. El principal patrimonio de un periodista es su credibilidad, su ética, sus valores, su capacidad de denuncia, su entusiasmo por investigar e interrogar sobre lo que va mal”, indujo.

Posteriormente, Aldana propició un espacio para responder la mayoría de las preguntas de los estudiantes.

 

Andrés Ayala, estudiante de Comunicación Social: ¿Cómo controlar una situación en donde una persona esté afectada psicológicamente y tengamos que entrevistarla para construir una noticia?

Álvaro Aldana: Lo principal es entender que usted está entrevistando a un ser humano, alguien que puede sentir el mismo dolor. Hay periodistas que ya tienen ensayado el discurso de ‘¡Ay, señora, lamentamos mucho su dolor!’, pero no lo sienten; por eso lo que más importa es ponerse en los zapatos de esa persona y no caer en preguntas al lugar común, por ejemplo: ¿Cómo se siente? Hay que ser muy prudente con el uso del lenguaje, con lo que yo voy a preguntar, hay que establecer un lazo de confianza, porque si la fuente no quiere dar información, hay que respetarlo, no hay que obligarla”.

Al finalizar el conversatorio, Aldana compartió algunos consejos y recomendaciones sobre cómo manejar los nervios al aire, la importancia de estar siempre informados, ser imparciales al momento de presentar alguna noticia, no hacer nada que vaya en contra de su moral y su ética profesional, no dejarse vencer por la adversidad, no dudar de las capacidades, y, por supuesto, siempre avanzar y vencer cualquier obstáculo.

“Mis colegas, no inicien estudios de esta profesión solo por el destello de las luces, los planos que una cámara les pueda brindar o el excelente sonido que capten los micrófonos. Tampoco lo hagan por el impacto gráfico que los noticieros tienen o los golpes de sonido que se escuchan en los titulares. Todo eso, es vanidad de vanidades”, concluyó Álvaro Aldana.

Algunos de los apartes más importantes de su discurso fueron:

“El periodismo debe implicar casi que un apostolado de tiempo completo. Son ustedes los nuevos periodistas quienes denunciarán lo irregular, lo corrupto, lo inestable, la incompetencia. Pero lograrlo, los obligará a ser los mejores, a estar actualizados, a agudizar sus sentidos, tal como nos lo explica el periodista polaco Ryszard Kapu?ci?ski, a leer constantemente, a consumir lo que otros colegas hacen en distintos medios, en fin, a ser verdaderos periodistas”.

“La labor del periodista no solo consiste en mostrar la realidad ciegamente, sino de lograr interpretarla para que su audiencia tome partido en cualquiera de las circunstancias que conforman el contexto”.

¿Por qué seguir estudiando comunicación social y periodismo?

La respuesta es simple, porque es una pasión, porque es la profesión que logra crear puentes entre los ciudadanos y sus gobernantes para alcanzar soluciones a tantos problemas que nos aquejan. Es este oficio, el más bello de todos, el que nos permite tener ese contacto con la gente, saber que no solo mostramos realidades, sino que alzamos la voz cuando la misma comunidad ya dice no tenerla.

Somos nosotros, queridos colegas, quienes tenemos esa misión de escribir la historia, buena o mala de nuestros países. Somos nosotros los que servimos de heraldo en las grandes transformaciones sociales, gracias al uso y creación de la opinión pública. Pero, ¡ojo!, tener ese poder se convierte en una espada de Damocles que podría caer sobre nuestras cabezas cuando perdemos el horizonte y solo nos ponemos al servicio único del medio, o al de los antes descritos actores de la corrupción.