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San Agustin

San Agustín de Hipona (354-430) es un "genio filosófico y teológico de primera magnitud que domina, como una pirámide, la antigüedad y las edades subsiguientes. Comparado con los grandes filósofos de siglos pasados y de los tiempos modernos, los iguala a todos; entre los teólogos es innegablemente el primero, y ha sido tal su influencia que ninguno de los Padres, escolásticos o reformadores lo ha superado[1].

“…voy a dedicar una palabra a los jóvenes, a quienes Agustín amó mucho como profesor antes de su conversión, y como Pastor, después. Él les recuerda su gran trinomio: verdad, amor, libertad; tres bienes supremos que se dan juntos. Y les invita a amar la belleza... No sólo la belleza de los cuerpos…, sino la belleza interior de la virtud, y sobre todo la belleza eterna de Dios, de la que provienen la belleza de los cuerpos, del arte y de la virtud… Agustín, recordando los años anteriores a su conversión, se lamenta amargamente de haber amado tarde esta "belleza tan antigua y tan nueva" y quiere que los jóvenes no le sigan en esto, sino que, amándola siempre y por encima de todo, conserven perpetuamente en ella el esplendor interior de su juventud.
Juan Pablo II, Carta Apostólica “Agustín de Hipona”, 1986.

 


[1]Tomado de: http://ec.aciprensa.com/wiki/Ense%C3%B1anzas_de_Agust%C3%ADn_de_Hipona#.UubjD9Lv7cs