La Uniagustiniana es una Institución de Educación Superior, comprometida con la formación integral de las personas a través de su desarrollo físico, intelectual y espiritual. Propende porque sus egresados aporten a la transformación social del país, por una Colombia mejor, con calidad de vida para todos y con ciudadanos capaces de convivir en democracia y en paz.
Respecto a los proyectos a futuro, el objetivo principal de la Uniagustiniana es lograr consolidar la identidad institucional en el contexto académico y nacional. Esto incluye el crecimiento de la oferta académica, integrados en ecosistemas que favorezcan la generación de conocimiento, la creatividad y el emprendimiento, además del bilingüismo, el reconocimiento de aprendizajes y la interculturalidad.
La UNIAGUSTINIANA es una institución católica de educación superior, fundamentada en los valores agustinianos, comprometida con la formación humana y la excelencia académica, que promueve en todos sus ámbitos de actuación la generación, transferencia y apropiación del conocimiento, sobre la base de los valores éticos y morales, con el fin de aportar al desarrollo sostenible y a la transformación de la sociedad.
La UNIAGUSTINIANA será reconocida por su liderazgo en la formación de personas con sentido humanista, pensamiento crítico y carácter innovador, comprometidas con la transformación del tejido social y la búsqueda incansable de la verdad.
Querida comunidad universitaria,
Les invitamos a vivir y practicar los valores agustinianos. Estos valores fomentan el autoconocimiento, el sentido de comunidad, el trabajo en equipo y la responsabilidad. A nivel humano, nos enriquecen; profesionalmente, nos preparan mejor; administrativamente, nos hacen más eficientes; y educativamente, potencian nuestro aprendizaje integral. Juntos, construimos una universidad sólida y un futuro prometedor. ¡Unámonos en esta misión y hagamos la diferencia!
“No quieras dispersarte fuera, entra dentro de ti mismo, porque en el hombre interior habita la verdad; y si encuentras que tu naturaleza es mudable, trasciéndete a ti mismo” (De la verdadera religión 39, 72)
El valor de la interioridad es fundamental para el desarrollo integral de la comunidad educativa. Fomenta la reflexión personal, el autoconocimiento y la capacidad de tomar decisiones informadas. Además, promueve el bienestar emocional y mental, lo cual es esencial para enfrentar los desafíos académicos y personales. La interioridad también facilita la conexión con los valores y principios propios, contribuyendo a formar profesionales éticos y comprometidos consigo mismo y con la sociedad. Conocerse a uno mismo permite descubrir fortalezas y límites, y así inspirar a otros a buscar su propio camino. Practicar la interioridad nos ayuda a tomar decisiones auténticas y a mantenernos motivados en nuestro propósito inicial.
“La voz de la verdad no calla; no mueve los labios, pero vocifera en el interior del corazón” (Comentarios a los salmos 57, 2).
Afirmará san Agustín en otro de sus escritos que: “La verdad se busca por medio de la discusión. Pero en ningún caso ha de buscarse la discusión a costa de la verdad” (Cuestiones sobre el Heptateuco 1). La verdad en san Agustín es la que define su vida, él la concibe como una “búsqueda de amor por la sabiduría”, el amor a ella a de estar por encima de todas las riquezas y todos los bienes humanos. Es así, que la verdad, como valor garante de la identidad universitaria, suscita convicción, solidez y reconocimiento. Además, promueve la discusión y refutación de creencias y opiniones, evitando caer en errores sin justificación. En un mundo lleno de desinformación, la verdad ayuda a entender la propia historia y a liberarse de prejuicios. Al vivir este valor, promovemos un ambiente de confianza y autenticidad en nuestra comunidad.
La auténtica libertad es vivir “no como siervos bajo la ley, sino como personas libres bajo
la gracia” (Regla a los siervos de Dios 8, 47).
La libertad es un valor fundamental que nos permite ser responsables de nuestros actos y
decisiones. Vivir y practicar la libertad nos ayuda a crecer como individuos y a contribuir
positivamente a nuestra sociedad, pues, “la verdadera libertad consiste no en hacer lo que
nos place, sino en hacer lo que es bueno” (Sermón 344, 4). Significa que el hombre solo es
libre cuando lo es en sí mismo a pesar de los factores externos que pueden llegar a
determinar su libertad. Tampoco se puede mal interpretar que la libertad es la ausencia de
normas. Será plena la libertad, donde la inteligencia y voluntad alcanzan su mayor
perfección, descubriendo dónde está el bien verdadero y eligiendo siempre con acierto, todo
ello se es posible cuando la libertad está iluminada por la verdad, “la verdad os hará libres”
(Jn 8, 32). Al ejercer nuestra libertad con responsabilidad y respeto, alcanzamos nuestro
máximo potencial y construimos un futuro mejor para todos.
“Amar y ser amado es la cosa más importante para mí” (Confesiones 3, 1)
La amistad es un valor esencial que nos conecta y nos permite crecer juntos. Vivir y practicar la amistad nos ayuda a superar los desafíos con apoyo mutuo, compartir las alegrías, tristezas y a encontrar la verdadera felicidad. San Agustín nos recuerda que “La presente vida feliz es también vida en sociedad cuando se busca el bien de los amigos por el bien mismo, como si fuera propio, queriendo para los amigos lo mismo que se quiere para sí” (Ciudad de Dios 19, 3, 2). La amistad es un bien natural que da sentido a la vida y nos proporciona herramientas para discernir nuestras relaciones con los demás. Al cultivar amistades sinceras, fortalecemos nuestra comunidad y construimos un entorno de apoyo y solidaridad.
“La caridad […] se entiende así: que antepone las cosas comunes a las propias y no las propias a las comunes” (Regla a los siervos de Dios 5, 30).
El valor de la comunidad se entiende como el sentido comunitario o espíritu de comunidad. Su práctica en la institución educativa es fundamental para el crecimiento personal y colectivo. Fomenta la amistad y el amor, creando un entorno de apoyo y colaboración. Vivir en comunidad implica trabajar en equipo, dialogar y adaptarse sin despersonalizarse, lo que enriquece las relaciones humanas. La unidad basada en el amor y la diversidad armoniosa evita la segregación y promueve un ambiente de paz y desarrollo personal. Ello trasciende los vínculos y la reciprocidad mandados en un contrato laboral o en el reglamento de la institución. En resumen, el sentido comunitario transforma la institución en un lugar digno de habitar y crecer.
“Das pan al hambriento, pero mejor sería que nadie tuviese hambre, y así no darías a nadie de comer. Vistes al desnudo, ¡ojalá que tuviesen todos vestidos y no existiese tal necesidad!” (Tratados sobre la primera carta de San Juan 8, 5).
La justicia solidaria en el pensamiento agustiniano implica atender en cuanto se pueda tanto las necesidades espirituales como materiales de los necesitados. Enseña que el amor cristiano debe dirigirse a Dios y a las personas en general, procurando el mayor bien posible. La institución educativa tiene en su deber inculcar este valor, ya que, sin ella, los proyectos y reformas carecen de valor. La justicia solidaria fomenta la convivencia y la comunicación de bienes, y cada uno debe ayudar según sus posibilidades, ya sea con bienes materiales o con su propia persona.
¡Incorporemos los valores agustinianos en nuestro día a día para crecer juntos como individuos y como comunidad!
Desde hace dos décadas, la Provincia había anhelado fundar una Institución Universitaria, que respondiera a los nuevos retos de la formación y evangelización de jóvenes y adultos.
El 9 de agosto de 2007 se comunicó oficialmente a la Provincia las decisiones tomadas por el Gobierno Provincial, después de analizar el informe presentado en Consejo por el Padre Ecónomo Provincial y la comisión de religiosos, designada para el estudio y viabilidad de la incursión en educación superior.
Esta comisión de religiosos junto con el Prior Provincial y su Consejo, deciden asumir un nuevo horizonte ministerial en la pastoral educativa universitaria. El 1 de octubre de 2007 habiendo realizado múltiples consultas y recibido la asesoría de expertos en educación superior, la Provincia informa al Prior General y a su Consejo, la viabilidad de crear la Universidad Agustiniana.
Aprovechando las buenas relaciones, se hicieron unos acercamientos con la Corporación universitaria Nueva Colombia, cuando por petición de la asamblea general se nos invitó a participar con ellos de su proyecto. Después de un tiempo, dada la experiencia educativa y administrativa de la Orden, se nos pidió que asumiéramos la dirección y el gobierno de la Institución.
A principios del año 2007 se empezó a hacer el cambio de administración y en el año 2008 se dio el traslado al Campus ubicado en la Avenida Ciudad de Cali, al noroccidente de la ciudad en la localidad de Kennedy.
La ubicación del campus universitario, en la edificación de Tagaste, además de ofrecer el espacio y condiciones adecuadas para una Institución de Educación Superior moderna, permitiría brindar una adecuada atención pastoral y servicio educativo a la numerosa población juvenil de esta zona de la capital, en la que se carece de centros educativos universitarios.
La Provincia asumió totalmente la Institución, constituyendo el Consejo Superior y Académico; de igual forma, se realizaron los nombramientos de rector, vicerrector y secretario. El 20 de febrero de 2009 fue aprobada por resolución 780 la reforma de los estatutos y el cambio de nombre.
La Universitaria Agustiniana “UNIAGUSTINIANA”, cuenta con la aprobación de dieciocho (18) programas de pregrado y cinco (9) de posgrado.
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